Escrito por: Andrea Torres, Fundadora BeFunkey.
Un día Taru se despertó en Xochimilco y decidió con Pusaki, su fiel amiga águila que quería hacer un recorrido nadando por los canales. Pusaki no lo podía acompañar más que muy de lejos por el aire porque las águilas no pueden sumergirse y nadar abajo del agua.
En su recorrido Taru se dio cuenta de que unas personas estaban sembrando en unos pedazos de tierra que flotaban en los canales. Le preguntó a Pusaki que ¿qué eran? Y Pusaki le explicó lo que eran las chinampas, que los agricultores mexicanos las construyen poniendo primero piedras, luego caña y arriba tierra y ahí siembran flores como el cempasúchil y muchas verduras.
Taru decidió que, si vivía en Xochimilco, tenía que tratar de ser autosustentable y producir lo que el fuera a consumir. Los Funkeybis siempre comen muy saludable y buscan comida que los nutra y les de mucha energía. Ya que muchas veces tienen aventuras muy largas y necesitan estar bien alimentados. Así que Taru se decidió construir una pequeña milpa de maíz, que es su comida favorita. ¡El elote es una semilla de la flor de la planta del maíz, por lo que es más una fruta que una verdura! Si comes elote, tendrás un lindo pelo y piel, ya que tiene vitamina A, tiamina y vitamina B6.
Taru y Pusaki se pusieron manos a la obra para iniciar la construcción de la chinampa y ponerse a sembrar. No fue trabajo fácil, pero con la ayuda de los demás agricultores en un par de semanas pudieron iniciar la siembra del maíz. Un vecino les regaló unas semillas de maíz cacahuazintle y Taru estaba muy agradecido y feliz. Taru hizo unos hoyos en forma de líneas en la tierra y desde el cielo Pusaki iba tirando las semillas para que después Taru las tapara con mas tierra.
Fue un trabajo cansado y difícil. Pero Taru y Pusaki sabían que hay que esforzarse para lograr lo que te propones. Pasaron los días y nada. No veían que saliera nada de la tierra. Se estaban a punto de dar por vencidos y Taru pensó que tal vez era momento de usar su poder de adelantar procesos, pero Pusaki le recordó a Taru que hay procesos que no deben ser ni adelantados ni atrasados, y que se tiene que respetar a la tierra. Fue entonces cuando Taru decidió pedirle a la tierra que lo ayudara y agradecerle por todo lo que nos da. La tierra nos da comida y firmeza, por lo que es muy importante para todos los seres del planeta. De ella nos alimentamos y en ella vivimos. Gracias a esta reflexión, Taru aprendió a ser paciente y a no darse por vencido.
A los pocos días, la milpa de Taru y Pusaki empezó a cambiar de color: de ser solamente líneas de tierra negra, empezaron a asomarse unos pequeños tallos verdes. ¡Su trabajo y espera habían terminado! Ahora nada más tenían que cuidar las plantitas para que crecieran grandes y fuertes. A los pocos meses, Taru y Pusaki pudieron cosechar sus mazorcas de maíz. Se las comieron como elotes, hicieron esquites, los molieron y con otros ingredientes aprendieron a hacer tortillas. Desde entonces, todos los años Taru y Pusaki siembran en sus chinampas, y ¡ya no sólo siembran maíz, siembra muchas cosas más! Investiga qué más se puede sembrar en las chinampas.
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